La Motivación. La llave del aprendizaje.

¿Cómo funcionaría un reloj sin pilas? ¿Y un coche sin gasolina? ¿Qué haríamos con una bombilla sin electricidad?

Sin una fuente de energía las cosas no funcionan. Nosotros somos iguales, necesitamos una fuerza que nos mueva, que nos de impulso y nos lance hacia adelante, de lo contrario permaneceremos bajo mínimo como un coche cuando está en reservas.

Nuestros chicos necesitan esa energía también conocida como motivación. Un niño que se levanta por la mañana y tiene la obligación de ir a la escuela y pasar horas y horas sentado escuchando un discurso que no le interesa para nada es como someterlo a un tipo de tortura por muy radical que suene.

Pensemos en ese libro que fue imposible terminar o esa película que acabamos durmiéndonos antes de que llegara al tercer minuto. ¿Imaginan si les hubieran obligado a verla una y otra vez? ¿Cómo se sentirían? Pues así es como pueden sentirse sus hijos en el aula.

Estamos hartos de escuchar sobre falta de atención, estrés, ansiedad, desinterés, bajas calificaciones... Y podemos seguir hasta mañana. Es asombroso como en los primeros años muestran curiosidad por explorar todo lo que les rodea, el brillo en sus ojos cuando algo novedoso descubren y como con el paso de los años ese brillo se va apagando como una vela que se va consumiendo lentamente.

¿Y si empezamos a dar combustible a los chicos? Ilusión, confianza, esa energía que les muestre el para qué. Para qué aprenden a sumar, para qué conocer los animales, para qué escribir correctamente. Empecemos a enseñar con ilusión y no con obligación. Dejemos de centrarnos en que saquen un sobresaliente y pongamos el foco en que ellos sean los protagonistas de su aprendizaje. Que cuando se levanten por las mañanas no vayan a escuchar un sermón sino a reflexionar y cuestionarse el por qué de las cosas. Dejemos que sean ellos los que construyan la escuela y no la escuela la que les construya a ellos. Nuestra misión es acompañarles en este camino del descubrimiento, de explorar el mundo maravilloso que les rodea y lo más importante, que disfruten de este sendero del conocimiento.

El cuento de la casa imperfecta

Había una vez un constructor muy famoso con edad avanzada esperando a jubilarse y disfrutar de la tranquilidad y el descanso e no trabajar.

Un día su jefe le pidió como favor personal que antes de jubilarse le hiciera el último trabajo: la última casa. El hombre accedió y comenzó en su labor, pero era su último proyecto y no tenía mucha ilusión.

Empezó a utilizar materiales de baja calidad y su trabajo era deficiente, total iba a ser el último, qué más daba. Deseaba terminar lo más pronto posible y olvidarse de aquello.

Cuando finalmente acabó, su jefe fue a supervisar el trabajo que había realizado y fue en este momento cuando le dio una impactante noticia.

Esa casa era un regalo para él, por tantos años de trabajo y dedicación que había mostrado construyendo con cariño y empeño en todo lo que creaba.

Ahora su regalo se había convertido en la casa más imperfecta que había hecho.

"El éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos día tras día".

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